Queridos huéspedes,
Los histéricos inquilinos estamos exhaustos tras el clímax experimentado en la semana anterior, estirados en la cama, cigarrito en mano y todavía semidesnudos, cientos de imágenes atraviesan nuestra mollera, imágenes de mujeres desnudas, posturas imposibles y una sensación de dejadez que invade nuestro enclenque cuerpo.
Con la mirada perdida en un punto fijo del techo, comenzamos a oir una dulce musiquilla que entra por la ventana tímidamente. Una música que adquiere consistencia a medida que la escuchamos y que nos recuerda aquellos tiempos en las que no vivíamos apiñados entre las paredes del Pisito. El sonido proviene de un viejo radiocasete que distorsiona los sonidos: ¿Serán las pilas?
Así pues, nos levantamos, asomamos medio cuerpo por la ventana de nuestra habitación, levantamos la cabeza y ahí están ... llegan a nuestros oídos las Canciones del Segundo Piso.
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